La creatividad audiovisual comunitaria en tiempos de pandemia

Por: Juan Carlos Domínguez Domingo
CRIM-UNAM



Una de las preguntas que atañen a la producción audiovisual en los últimos meses es ¿cómo está siendo registrada audiovisualmente esta pandemia? ¿Cómo nos estamos contando lo que estamos viviendo? Y sobre todo ¿de qué manera transmitiremos a través de las obras audiovisuales a las próximas generaciones todas estas desigualdades, emociones encontradas y la forma en la que estamos resolviendo o agravando estas adversidades?

Si pensamos la cultura como la capacidad de la especie por transformar y darle un sentido simbólico a nuestra experiencia de ser y estar en el mundo, la cual compartimos para generar vínculos y lazos que perpetuamos en el tiempo expresados en el arte, en la comida, en los ritos, en las celebraciones y en múltiples formas de convivencia que persiguen darle sentido, tal vez sería conveniente preguntarnos, ¿Qué papel ha ocupado toda esa capacidad creativa que se ha expresado en el confinamiento?. Y lo pienso especialmente en las miles de imágenes fotográficas y videos que han ilustrado este periodo en muchos lugares del mundo y del país. Creo que estas formas de expresión de la creatividad, no han sido objeto suficiente de reflexión.

Existen datos que demuestran que sitios como YouTube duplicaron el número de visionados de sus videos durante las primeras dos semanas del confinamiento en muchas partes del mundo. Sin embargo, más del 70% de este flujo se dio para buscar noticias. Naturalmente todos buscábamos información para protegernos, para evitar más contagios y también por supuesto para enterarnos de lo que ocurre en otros lugares.

Pero por otra parte, la capacidad de las redes sociales para crear un sentido de pertenencia y compartir se demuestra en las múltiples maneras en las que se registra y se continuará documentando nuestra experiencia en la llamada “nueva normalidad” por personas en distintas realidades. En las múltiples imágenes y videos que se han producido en los últimos meses están cómo los miembros de diversas comunidades y sectores de la sociedad expresan y se expresan desde sus diversas realidades uniéndose en el estado de confinamiento con los demás. Cada minutos se suben más de 400 horas de video en YouTube. Sin embargo son pocos los espectadores que han tenido la posibilidad de diversificar su mundo con esas miradas y compartir con ellos algo por primera vez. Pienso por ejemplo en los videos que realizó una familia de campesinos en Colombia donde enseña a quienes habitamos en las ciudades a tener cultivos propios en su casa durante la pandemia y para ello creó un canal de YouTube, o las iniciativas de Selfies, rostros en la pandemia, del Instituto de Cine Cubano donde se intenta dar testimonio de las diversas realidades de la pandemia en ese país.



Las redes sociales se han convertido en un instrumento que ha evidenciado también la distribución desigual de estas imágenes y las narrativas de la pandemia. Los medios digitales más predominantes y las personas más influyentes, con todo y los llamados bots o cuentas sistematizadas, se vuelven tendencia en las redes y paradójicamente también los medios tradicionales reproducen las imágenes que van generando el álbum de la memoria con la que se recrean algunas cuantas realidades de la pandemia.


Dicho esto, una pregunta sería ¿qué imágenes serán las que retratarán esta etapa de la pandemia por la que atravesamos? ¿Cuál es y será la memoria audiovisual con la que nos contaremos lo que estamos viviendo? Una respuesta podría ser: depende del medio que se trate. En este sentido, la mayoría de los medios masivos han construido una narrativa de la pandemia centrada en la dramatización de las imágenes, muchos medios incluso han llegado a musicalizar estas imágenes dándoles a veces un mayor énfasis festivo o trágico según sea el caso. Claramente todas estas realidades son importantes de mostrar, pero el contexto y la forma en la que se presentan es también relevante. Como lo dijo Susan Sontag. “Las imágenes son siempre compatibles, o pueden hacerse compatibles, aun cuando las realidades que retratan no lo sean”.

En diversos países europeos, por ejemplo, existe una importante preocupación acerca de que los medios comunitarios generen sus propias narrativas audiovisuales. Pero la forma en la que se está planteando este proceso es pensando que estos medios comunitarios deben abrirse creando un espacio para el intercambio de perspectivas. Con ello, persiguen contrarrestar la proliferación de comunidades fragmentadas. De otra manera existe el riesgo de que las audiencias tanto de los medios comunitarios como la de los medios tradicionales se muevan en sus propias burbujas sin reparar en lo que están viviendo los demás.

En este sentido, me parece que una de las condiciones para que se garanticen los derechos culturales expresados por la UNESCO y en la Constitución mexicana, es propiciar que las plataformas digitales, así como los medios públicos destinen espacios para mantener una mayor inclusión y reconocimiento de diferentes voces y realidades en la pandemia, generando con ello un archivo audiovisual que exprese la diversidad cultural en el registro de esta experiencia.

Resulta muy importante generar espacios que medien la diferencia y propicien el reconocimiento y la inclusión de una multiplicidad de voces en el panorama jerárquico de los medios. Los derechos culturales son sobre todo, la garantía de poder ejercer nuestra creatividad y nuestra manera de acceder a la producción cultural que se da en otros lugares. Por ello, nos asiste el derecho a participar en la forma en la que les transmitiremos desde la creación audiovisual comunitaria a las próximas generaciones, lo que hemos o no, aprendido en esta pandemia.

NOTA
Para ampliar la información visita el canal de YouTube CRIM UNAM covid19:
https://www.youtube.com/channel/UCgB5fuZ8bRTUfczhBpxeT7A